Por Juan Pablo Scarpinelli (*)
Dentro de la comunidad médica resulta incómodo, incluso políticamente incorrecto, sugerir o preguntar ¿Cuándo te retiras?
Hemos conceptualizado junto al Dr. Fabio Celnikier al síndrome de marvel como asumir el rol profesional acrítica e irreflexiva que no se autopercibe como una conducta heroica, pero la falta de registro de su propia salud manifiesta su omnipotencia.
En la cultura occidental, dónde se inscribe un sector de la medicina actual, se concibe al retiro profesional como algo tabú, como una pérdida y el arribo a un lugar devaluado y desprestigiado socialmente.El mandato de producir, vinculado al de consumir, ofrece inmediatas explicaciones para no dejar de trabajar. La RAE define al concepto “tabú” como “prohibición de hacer o decir algo determinado, impuesto por ciertos respetos o prejuicios de carácter social o psicológico”.
El gran problema en la formación médica es no introducir contenidos sobre el Bienestar Ocupacional de las y los alumnos de la carrera, y luego en las residencias se recuerda que hay que adaptarse a este sistema, que muchos sufren por la sobrecarga y el ritmo laboral, constituyéndose como actores que deberán aceptar cualquier condición laboral en escenarios sumamente críticos.
Es necesario comenzar a introducir a la vejez como una etapa normal, esperable que impactará en el rendimiento, en las funciones cognitivas y en el humor en el equipo de salud.No es cuestión dejarle librado esta situación a implementar o indicar una edad específica de retiro ya que la evidencia científica sobre algunos estudios concluyen en que: “la edad por sí sola no es suficiente para predecir el rendimiento cognitivo” (Drag et al, 2010).
Pero no sólo a la vejez hay que pensarla como una etapa que puede aumentar los riesgos en la intervención médica, que es la visión desde las experiencias de las y los pacientes, sino considerarla como una elección anticipada en un proyecto de vida integral, dónde se puede ver más allá de la medicina.
Estamos lejos de sugerir una edad de retiro como de una carga laboral saludable semanal en los primeros tiempos de ejercicio de la medicina, pero advertimos que son cuestiones que “no se hablan” y es necesario poner los temas en la agenda.
Aceptar los procesos, sugiere reconocer etapas, momentos irrepetibles en las trayectorias profesionales, más en quienes se han destacado en un rol científico, académico o gremial.
Las y los anestesiólogos han sido la disciplina más “corajuda” en abordar las temáticas tabú vinculadas a los especialistas como lo es la adicción a fármacos de quirófano, el burnout y los accidentes automovilísticos post guardia.
Comenzar a deslizar estos temas nos permiten seguir rompiendo la cultura de silencio que se establece sobre problemáticas que atañen al bienestar ocupacional de las y los médicos e introducir una cultura de seguridad del paciente que lo incluya.
(*) Licenciado Juan Pablo Scarpinelli, director del departamento de Bienestar Ocupacional de la Sociedad Platense de Anestesiología.