La ONG Huellas protagoniza una nueva historia solidaria para brindar segundas oportunidades. “Ellos ahora ponen esto en su celda y lo cuidan” son las palabras de una reclusa cuando le preguntaron acerca del paradero de aquellas tarjetas con mensajes de esperanza que Huellas le había entregado. Esto sucedió en el
Complejo Penitenciario de San Martín.
La reclusa es una espartana, una persona que se encuentra cumpliendo una condena en una Unidad Penitenciaria, pero que está dispuesta a cambiar su vida y aprovechar una nueva oportunidad gracias al trabajo de la Fundación Espartanos. La ONG Huellas ha asumido un papel crucial en la búsqueda del cambio, uniendo fuerzas de niños, abuelos y voluntarios para brindar apoyo a personas privadas de la libertad. Una de sus iniciativas más conmovedoras implicó la creación de tarjetas que serían entregadas a internos que están reescribiendo su historia con ayuda de la Fundación Espartanos, organización sin fines de lucro que busca transformar sus vidas a través del rugby, la educación, la espiritualidad y la inserción sociolaboral.
La Fundación Espartanos busca la inclusión social y bajar la tasa de reincidencia delictiva a través del rugby, la educación, el trabajo y la espiritualidad.
El voluntariado se presenta como un espacio de encuentro en el que se crea un
vínculo único entre quienes participan, aquellos que buscan segundas oportunidades y quienes están dispuestos a ofrecer su apoyo.
Cada sábado, en un rincón lleno de esperanza desde cada una de las más de 11
ciudades en las que Huellas participa; los abuelos, niños y voluntarios se unieron para dar vida a este proyecto. Con amor y mucha imaginación, hicieron tarjetitas con dibujos especiales para los espartanos, dejando que la creatividad fluyera sin
restricciones.
En el interior de estas tarjetas, escribieron frases motivadoras. Mientras creaban
estas tarjetas llenas de esperanza, también vieron videos de los Espartanos con el fin de comprender rápidamente el propósito de este proyecto: bajar prejuicios y mostrar cómo pequeños actos pueden marcar la diferencia en el interior de las personas.
PROCESO CREATIVO
El proceso creativo fue una parte esencial de esta experiencia. “Con nuestras propias manos, dimos forma a pequeñas tarjetitas que se convierten en poderosos mensajes de esperanza”, mencionó Ezequiel Rodríguez, fundador de Huellas. Cada tarjeta es una expresión única de amor y empatía. Desde los dibujos que representan personas jugando al rugby hasta las frases motivadoras que llenan el interior de estas tarjetas, la imaginación fluye y se convierte en un vínculo tangible de apoyo. Quienes recibieron estas tarjetas entendieron que alguien dedicó tiempo y esfuerzo para mostrarles que son valiosos.
Finalmente, Huellas le dio el broche de oro a este proyecto con carteles hechos a
mano, a base de papeles glasé, para la tribuna con frases de aliento para los
espartanos. Para que al momento de jugar rugby, siempre se acuerden que hay
alguien apoyándolos.
“No quiero que pases lo que tu padre pasó”, estas son las palabras que resuenan
profundamente en Dani, un recluso que participa en el programa de reinserción
social de la Fundación Espartanos, el cuál repetía esta frase durante una canción
dedicada a su hijo; cantándole sobre el amor, la dignidad y la fe, tras las rejas.
En medio de un mundo de segundas oportunidades, realidades desafiantes y lucha, surgen historias que conmueven y nos recuerdan el poder de la humanidad para superar las adversidades.
Sofi, una niña de tan solo 5 años, dejó una huella imborrable en todos los voluntarios durante una actividad en un Hogar para Niños de La Plata en Huellas. Con una voz dulce pero cargada de tristeza, repetía incansablemente: «Mamá está en prisión».
Cada vez que pronunciaba estas palabras, el dolor en los corazones de los voluntarios crecía, pero Sofi no buscaba otra cosa más que cariño y atención, esta era su forma de expresar sus deseos más profundos.
Estas son solo dos de las miles de vivencias que brotan de la Fundación Espartanos y la ONG Huellas. Cada miembro de estos proyectos está decidido a reescribir su historia y convertirse en un faro de esperanza para su entorno. Para lograrlo, el deporte, en particular el rugby, desempeña un papel fundamental. No solo se trata de un juego en el campo, sino de una herramienta que fomenta la superación personal, la pertenencia, y promueve valores sólidos, al tiempo que brinda herramientas para el manejo emocional.
«Cuando empecé con el rugby, me sorprendió que me dieran cosas como ropa o
botines. Estaba acostumbrado a que me quitaran todo, no a que me lo dieran»,
comparte Matías Neusch, un espartano en libertad. Recuerda con amargura los días en la cárcel, luchando por cosas tan básicas como un par de zapatos. Sin embargo, también recuerda cómo el proyecto lo ayudó a reintegrarse a la sociedad. Hoy, Matías sonríe a la vida gracias a la segunda oportunidad que le brindaron. Estas historias se convirtieron en testimonios y son la muestra de que pequeños actos de amor, compasión y empatía pueden hacer la diferencia. Sus palabras, impresas en esas tarjetas, son un recordatorio de que todos tenemos la capacidad de perdonar, sanar y brindar apoyo a quienes más lo necesitan.
Ambas organizaciones buscan generar un cambio positivo en la sociedad, alcanzando la reflexión de todas las personas, concientizando sobre dar segundas oportunidades y el impacto que genera hacer algo por el otro. Con amor, creatividad y un compromiso firme, seguimos construyendo un mundo donde la empatía y la compasión son los cimientos de un futuro más esperanzador.
“Fui esperando algo del otro lado más espiritual, conecté y me dejé llevar” es una
frase que resume la experiencia que vivió Pablo, un voluntario que junto a Huellas ingresó al mundo de los Espartanos.
Lo que se vivió ese día fue más que una entrega de cartas; fue un viaje de empatía y comprensión. En ese rincón lleno de esperanza, conectó con la humanidad detrás de las historias carcelarias, dejándose guiar por la
emoción y la compasión.
Cuando llegaron a la unidad penitenciaria a los voluntarios de Huellas les recibió el capitán de los Espartanos e hizo de anfitrión presentando a los demás, quienes estaban sentados en círculo en el patio. El ingresar a sus espacios fue como abrir una puerta a la autenticidad, los voluntarios se convirtieron en testigos directos de sus vidas. Fue un intercambio genuino que rompió barreras.
Tras un intercambio de comida, de haber trozado budines y medialunas, era
momento de entregar, después de semanas de esfuerzo y dedicación, aquellas cartas que habían creado con tanto amor los nenes, abuelos y voluntarios. “Cada carta, cada pancarta, cada palabra escrita fue hecha desde el corazón de cientos de nenes de comedores, de abuelos de asilos y de voluntarios cuya principal intención fue pensar en el otro” mencionó Ezequiel, fundador de Huellas, al momento de entregar los materiales a los Espartanos. Para Huellas la entrega de las cartas fue más que un simple acto, fue la culminación de semanas de esfuerzo, creatividad y amor.
Pablo recuerda con emoción cuando al entregar una de las pancartas encontró que una de ellas era una en la que había trabajado junto a los demás nenes y voluntarios.
Sintió en ese momento los verdaderos resultados que tenían en los demás la labor que se realizaba en Huellas.
VÍNCULOS PROFUNDOS
Los voluntarios de la ONG Huellas también visitaron a las Espartanas de la Unidad 47 de San Martín. En la cancha de las espartanas, la hermandad era palpable. Mujeres jugando rugby, compartiendo risas, todas unidas por un lazo especial. Aquí se observaba el impacto positivo de la Fundación Espartanos en la formación de una comunidad sólida.
Al momento de entregar las cartas a las espartanas, de las 400 cartas que habían hecho especialmente, se tuvo que dar hasta tres por persona. Las mujeres se habían emocionado al leer los mensajes escritos por los nenes, abuelos y voluntarios. Las palabras habían resonado, llevando risas y alegría a un entorno que anhelaba esperanza.
Antes de irse, Pablo se abrazó con tres de los espartanos y sintió que les había dejado su presencia y las palabras que dijo, “hubo una conexión especial” menciona. La despedida fue más que un adiós; fue un intercambio de gratitud y conexión a través de abrazos que transmitieron más que palabras, asegurando que la unidad entre los Espartanos permanezca fuerte.
“Fue una experiencia muy emocionante, aún cuando había regresado a mi casa
seguía pensando en lo que viví aquel día” fue una de las palabras de Camila, una de las voluntarias de Huellas. Camila menciona que cuando salís te quedas con esas sensaciones y sentimientos que las sonrisas y miradas de esperanza de los Espartanos transmiten, “es algo que se queda en tu corazón”.
Sin embargo, la labor de Huellas no se quedó en las unidades del Complejo
Penitenciario de San Martín, estas historias son solo dos de varias que se dieron en las distintas unidades penitenciarias de Córdoba y San Juan donde la Fundación Espartanos tiene presencia. “Quiero agradecer a Huellas por tenernos en cuenta, para nosotros es muy importante saber que hay gente apoyándonos fuera del servicio penitenciario” mencionaba Juan Pablo Rattá, voluntario que replica el programa de la Fundación Espartanos en la Provincia de San Juan.
Esta experiencia le enseñó a los voluntarios de Huellas que más allá de las etiquetas, pudieron descubrir a individuos con historias, risas y lágrimas. Escuchar las experiencias de los Espartanos humanizó sus trayectorias, desafiando estigmas y recordándonos que todos merecemos compasión.