Aportes a la comunidad

Golazo solidario de la Técnica 2 de Villa Elisa

Un golazo solidario convirtió la comunidad educativa de la Escuela Técnica 2 de Villa Elisa al consolidar una rueda colaborativa mediante las bicicletas terapéuticas. La bicicleta que armaron para Bastian fue donada por la familia del chico que tuvo un crecimiento tal que ya no puede utilizar. Su familia la donó al colegio y en séptimo año de la especialidad electromecánica la reconvirtieron para que pueda utilizarla Agustín. A su vez crearon otro rodado para Ian. Los tres chicos tienen cuadro de parálisis cerebral.

“Es muy motivador para los alumnos saber que su trabajo cumple una función concreta, que ayuda, que aporta a la comunidad para mejorar la calidad de la gente”, resumió el profesor Daniel Ruiz, a cargo del taller de metrología, en el que llevaron a cabo el trabajo, en conversación con Comunidad Profesional, por FM Classique 106.5.

Golpeados por la pandemia y sus efectos en diferentes planos, los alumnos y alumnas necesitaban un incentivo para regresar a las aulas con la mejor perspectiva posible. La aparición de este proyecto fue clave.

La bicicleta terapéutica incluye una silla ergonómica, en la que va sentado el chico, y una bicicleta que se transforma en triciclo. En algunos casos, siempre que el cuadro de salud lo permita, el niño puede pedalear a la par de quien conduce la tricicleta. Ese movimiento resulta terapéutico y colabora en distintos aspectos de la salud del paciente. En otros, cuando el niño no puede pedalear, el proyecto se transforma en una oportunidad de esparcimiento.

El proyecto integrador es un orgullo para el colegio. No sólo por la realización de las tricicletas, sino también por el circuito solidario que se generó alrededor de estas iniciativas.

Según Ruiz, hay modelos de estos rodados en el mercado, pero “son carísimos” y agregó “en nuestro caso lo hicimos con 8.000 pesos”.

La mamá de Bastian llamó al colegio en enero pasado para donar la bicicleta especial que el colegio había donado a la familia. Y de inmediato se conectaron con los familiares de Agustín. Una vez que llegó al laboratorio solidario, los alumnos pusieron mano a la obra. Hablaron con la familia y se informaron sobre las necesidades del paciente para hacer la adaptación necesaria. Aplicaron la metrología, consiguieron los engranajes, y los elementos necesarios para concretar la iniciativa.

En forma paralela, estudiantes y el docente se pusieron a trabajar en otro proyecto alternativo, para Ian, que tiene parálisis cerebral y dificultades en la columna que no le permiten pedalear, pero tiene otro efecto terapéutico: el esparcimiento, la posibilidad de movilizarse y tomar contacto con el contexto ambiental y social.

La “Tricicleta” consta de un cuadro normal -que debe ser maniobrado por un adulto- al que se le adhirió un eje especial con dos ruedas, pedales y silla en la que se sienta el menor. También contribuye a fortalecer diferentes puntos de apoyo, relajando el aparato locomotor, a la vez que estimula el control del tronco, cabeza y cuello, permitiendo el balanceo y verticalización del sistema óseo.

A su vez, tonifica la parte muscular que corre riesgo de sufrir atrofia en caso de no ser estimulada.

El movimiento generado por la bicicleta estimula el flujo sanguíneo. Y, mientras se mueven, los músculos consumen el oxígeno que llega desde los pulmones transportado por las arterias. Y al salir a pedalear, el niño siente la brisa del viento en su rostro. Así, se estimula el sentido del tacto a través de la piel, como así también del oído y la vista.

También, eleva el autoestima del niño y lo iguala con otro que, como él, anda en bici. Al mismo tiempo, al pasear con otra persona (la que irá sentada ante el manubrio), lo vincula afectivamente.

“Fue muy movilizante, primero desde lo técnico, porque teníamos que construir una bici muy cara -representaba en ese momento casi el mismo monto de fondos nacionales que la Escuela recibe al año- con el menor costo posible, algo que logramos gracias a las donaciones de vecinos, del bicicletero de la zona, de la propia escuela, del aporte de los papás de Bastian y de la empresa en la que los alumnos hacen las prácticas del último año.

Pero, sobre todo, porque había un destinatario directo al que le podíamos mejorar la motricidad, lo sensorial, el sistema cardiorespiratorio”.

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