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Bienestar ocupacional: Anestesia emocional en anestesiólogos

Por Juan Pablo Scarpinelli (*)

En el trabajo de las y los anestesiólogos se presenta un “colmo” ya que su trabajo se “vuelve en su contra”. El burnout -1- (desgaste emocional)  es el principal riesgo laboral documentado producto de las extensas jornadas, el ritmo exigente y la falta de tiempo libre para realizar actividades protectoras que faciliten su recuperación.
Hablamos de anestesia emocional (Galfasó, 2019) aludiendo a un aplanamiento afectivo o vacío existencial que los especialistas vivencian al finalizar su rutina evidente en expresiones recurrentes de disconformidad sobre su propia vida. Esta experiencia suele ir acompañada de un cierto adormecimiento de las emociones debido a la exposición frente acontecimientos traumáticos siendo incapaz de solicitar asistencia en salud mental.
Por tal motivo, deseamos desde el Departamento de Bienestar Ocupacional colaborar en la identificación de factores de riesgo que impactan en la salud mental en este contexto.

Es importante advertir que los anestesiólogos para poder realizar una tarea riesgosa se recurre a una disociación operativa (Bentolila, 2020) con el fin de neutralizar las emociones que puedan interrumpir o inhibir la intervención médica. El acto médico realizado en escenarios críticos, inciertos o de suma complejidad es la experiencia de mayor impacto emocional que se ha documentado.

Finalizada la jornada laboral es necesario recurrir a una práctica de autocuidado para fortalecer la dimensión emocional y poder habitar exitosamente otros espacios familiares.

La anestesia emocional aparece cuando no existe la oportunidad -como también un lugar- para “amigarse” con las emociones que se ocasionaron en el trabajo estresante y quedaron silenciadas acumulándose de esta manera como experiencias negativas sin tramitación psíquica. Dejarlas desprovistas de enunciación favorece su expresión en el cuerpo.

La anestesia emocional emerge como un mecanismo defensivo para evitar el colapso emocional ya que no existe una identificación de los afectos como la ansiedad, la angustia o la tristeza, que resultan emociones normales producto de la interacción con en el contexto que vivimos. La imposibilidad de reconocerlos impide el registro de las situaciones peligrosas ya que se desoye las “alarmas” emocionales que se disparan cuándo el profesional se expone, perdiéndosela capacidad de anticipación y de prevención.

La anestesia emocional es sin dudas el resultado de una desconexión disfuncional con las propias emociones que tendrá impacto en la percepción de cómo se interactúa con el medio. La literatura sitúa que es visible en conductas de indiferencia frente a los demás como falta de interés por mejorar. Es destacable que existan comportamientos reivindicativos sobre su actitud de “suma entrega” al trabajo exigente.

La anestesia emocional puede visualizarse en los siguientes comportamientos:
• Consumo abusivo de alcohol vinculado especialmente al horario de descanso. Se ubica al alcohol como condición necesaria para culminar el día. Se busca la naturalización del consumo mediante la aprobación social para evitar entrar en un conflicto moral con las propias convicciones.
• El uso de inductores del sueño o tranquilizantes comenzando desde episodios eventuales provocando gradualmente un consumo sistemático generando una dependencia química y psicológica.
• Música excesiva y/o exposición a pantallas de alta actividad cognitiva para evitar la aparición de pensamientos o sentimientos vinculados al evento crítico.
• Hiperactividad física y búsqueda de actividades que demanden mayor exigencia que la habitual.
• La sobre exigencia académica se plantea como una supresión intencional del tiempo libre exacerbando – frente a sus compañeros- la necesidad de estar actualizado.
• Transitar la vida naturalizando dolores o síntomas físicos (gastroenterológicos, alergias, presión arterial, contracturas, etc.) recurriendo a la automedicación y a “consultas de pasillo”.
• El cambio de humor sostenido en el tiempo, retrayéndose en la vida privada sin deseo de socializar con mayor presencia de emociones negativas. “Viven enojados” y localizan su malestar en aspectos externos que no pueden modificar.
• La alimentación desordenada y desbalanceada basada en el consumo continúo de carbohidratos como también la falta de elaboración y de ingesta de alimentos nutritivos también es justificada por una actividad profesional que no deja resto para “nada más”.
• Otra manera de anestesia emocional es la distorsión de las emociones o el apego a las emociones súper intensas vinculadas al deseo de sentir demasiado amor por alguien. Establecen vínculos con un apego desmedido que alimenta una “falsa ilusión” de vitalidad mediante la confección de un proyecto de vida apresurado.
Esta adquisición de hábitos vaticina otros problemas de salud que pueden llegar a ser incapacitantes en el mediano plazo.

Conclusión

Cuándo el trabajo se percibe como amenazante y los recursos emocionales resultan escasos el estrés escala a niveles muy altos convirtiéndose en una experiencia perjudicial para la salud. En trabajadores de la salud puede verse alterada la percepción del afrontamiento de la pandemia considerándose una experiencia arbitraria, abusiva e injusta dirigida contra su persona y en el plano interpersonal es donde más se percibe el estrés ya que es indispensable la comunicación dentro del equipo de salud.

Si bien existen múltiples acciones posibles para mitigar al estrés será oportuno que cada persona confíe en su aptitud para poder trabajar en condiciones excepcionales y recurrir a las actividades enmarcadas en los primeros auxilios emocionales que faciliten una pronta recuperación para volver al puesto.
Sin duda, la detección temprana de este estado evita el avance hacia el desgaste ocupacional y es oportuno para su visualización deconstruir el mandato de super-héroes llamado síndrome de Marvel (Rodriguez&Cielnikier, 2020) que alude a la desmentida de la dimensión emocional propia de la formación de grado que se refuerza al ingreso a las residencias médicas.
Consideramos necesario animar a los especialistas para redoblar su compromiso en el afrontamiento a la pandemia sin por ello descuidar la propia salud invitando a reconocer cuándo se empieza a estar “anestesiado emocionalmente”.
La toma de consciencia temprana de este estado evita una futura incapacidad laboral o también sentimientos negativos como la culpa al advertir la disminución de la eficacia profesional.
Finalmente, destacamos que resulta oportuno contención solidaria de aquellos profesionales que hayan sufrido contagio por COVID-19 o se encuentren transitando una medida de aislamiento por sospecha.
Desde el Departamento de Bienestar Ocupacional sugerimos que es necesario “Cuidarse para cuidar” y animamos a los y las socias de la casa a continuar la formación en clave de auto-cuidado de la salud.

Bibliografía
• Galfasó, A.(2019) “Anestesia emocional” Materiales audio-visuales de la Red PAE disponible en https://www.youtube.com/channel/UCHnaOEfaY327jjMZRTPXjxQ
• Gil Montes, P. (2007) El síndrome de quemarse por el trabajo(burnout): Una enfermedad en la sociedad del bienestar. Ediciones Pirámide. Madrid.

-1- Para ampliar el tema consultar en: Scarpinelli, J.P (2017) “Recomendaciones sobre la organización laboral del anestesiólogo en perspectiva del Bienestar Ocupacional”, trabajo publicado en la Revisa de la Sociedad Platense de Anestesiología, Vol N°10, diciembre 2017. S.P.A (2015). “Encuesta de salud y bienestar anestesiológico”, en Revista publicación julio 2015.S.P.A. (2016) “Estudio CLASA de bienestar ocupacional del anestesiólogo latinoamericano”, en Revista publicación diciembre 2016.Scarpinelli, J.P. (2019) “Impacto de la fatiga en el trabajo”. Departamento de Bienestar Ocupacional; S.P.A. (2018) “Estudio sobre percepciones sobre la situación de trabajo de residentes de la carrera de anestesiología”, resultados publicados en Revista S.P.A, DBO. Colaboración de Dr. Mariano Di Carlo.

 

(*) Licenciado en Psicología, coordinador de la comisión de Bienestar Ocupacional de la Sociedad Platense de Anestesiología (SPA).

 

 

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