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Aportes a la comunidad: docentes y alumnos de Ingeniería asisten a una aceitera

A través de un proyecto de extensión, un grupo de docentes, no docentes, alumnos y graduados de la Facultad de Ingeniería de la UNLP colabora en el tratamiento de efluentes líquidos y redes pluviales de la Cooperativa Aceitera La Matanza. Además de promoverse la protección del medio ambiente el beneficio es recíproco. Los operarios reciben capacitación técnica por parte de los extensionistas y los estudiantes realizan sus prácticas profesionales en la fábrica.

Docentes y estudiantes de la Facultad de Ingeniería junto a integrantes de la Cooperativa Aceitera La Matanza.Docentes y estudiantes de la Facultad de Ingeniería junto a integrantes de la Cooperativa Aceitera La Matanza.
La actividad de la aceitera consiste en procesar la semilla de girasol y extraer todos sus derivados. En primer lugar, se prepara la semilla, se prensa y se extrae el aceite neutro para luego ser refinado y envasado. Dentro de sus derivados también se obtiene la borra del aceite y, de la cascara prensada, se extrae harina de girasol que luego es procesada en pelleteras y vendida como alimento vacuno.

El proyecto de extensión nació a principios de 2019 cuando miembros de la cooperativa se contactaron con la Facultad a través del graduado de Ingeniería, Julián Ricci, luego de que la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) clausurara la fábrica por problemas con los efluentes líquidos industriales y desagües pluviales.

La cooperativa se encuentra en la localidad de Villa Madero, partido bonaerense de La Matanza, y cuenta con 70 asociados. Fue creada a partir del cierre en 2016 de la aceitera Agroindustria Madero SA. En 2018 los empleados formaron la cooperativa y alquilaron las instalaciones para continuar produciendo.

AGUAS RESIDUALES

La ingeniera química Tatiana Arturi, co-directora del proyecto que se lleva adelante desde el Departamento de Hidráulica, indicó que «a pesar del compromiso por parte de la cooperativa de cuidar el ambiente y cumplir las exigencias de los organismos de control, las aguas residuales generadas tratadas en muchas oportunidades se encontraban fuera de los parámetros reglamentados y las instalaciones de desagües pluviales poseían varios desperfectos».

La Ing. ArturiLa Ing. Arturi en el sector del reactor biológico y sedimentador secundario de la planta de tratamiento de efluentes industriales de Molino Cañuelas, para la cual produce la cooperativa aceitera. La Ing. Tatiana Arturi junto al cooperativista Ricardo Petit. La Ing. Tatiana Arturi junto al cooperativista Ricardo Petit.

En ese contexto, en el marco de una actividad de extensión, el grupo de trabajo de la Facultad acompañó a la cooperativa en la implementación de medidas para lograr el levantamiento de la clausura. Además, colaboró para que pudieran cumplir con los requerimientos de otras entidades como la Autoridad del Agua (ADA), el Instituto Nacional del Agua (INA) y el Organismo Provincial para el Desarrollo Sustentable (OPDS).

El cooperativista del sector de tratamiento de efluentes de la empresa recuperada, Ricardo Petit, relató que al hacerse cargo los trabajadores de la aceitera, el primer objetivo fue resolver la clausura y poner en marcha la planta de tratamiento que se encontraba en desuso y con falta de equipamiento. «De la parte operativa contábamos con los conocimientos y experiencias de los compañeros que trabajaron en el sector, no así de la parte burocrática de la cláusula», reconoció.

Con el asesoramiento de la Facultad, los asociados pudieron presentar ante los organismos correspondientes la documentación y planos de la fábrica. «Los extensionistas nos ayudaron en un relevamiento casi perfecto de todo el sistema pluvial bajo tierra, sus conexiones, desembocaduras, reformas y mejoras en el sistema», detalló el cooperativista.

EXTENSIÓN

Una vez regularizada la situación de la fábrica, en 2020, se dio continuidad a la actividad de extensión con el inicio de un nuevo proyecto que tiene como objetivo consolidar a la cooperativa en los procedimientos para la gestión de los efluentes líquidos y redes pluviales. Frente a una necesidad concreta de los asociados se acordó la realización de un programa de capacitación, con talleres virtuales y visitas a la fábrica, cumpliendo con protocolos de seguridad e higiene debido a la situación epidemiológica por el COVID-19.

Arturi, que además es docente en Ingeniería, detalló que en los talleres se trabajó sobre los principios básicos de funcionamiento de una planta de tratamiento de efluentes, los procesos intervinientes, los errores de manejo más frecuentes y medidas de mejoramiento. Al finalizar la capacitación se realizó un acto de entrega de certificados a los cooperativistas por parte de la Facultad, de manera virtual.

«A través de los talleres se crearon situaciones de transferencia e integración de aprendizajes. Estas permitieron, por un lado, a los cooperativistas comenzar a idear ajustes en la operación de la planta de tratamiento para proponer mejoras hasta lograr una adecuada gestión de las aguas residuales industriales. Por otro lado, a los integrantes de nuestro grupo de trabajo, nos permitió conocer cuáles son las principales ventajas y limitaciones en una cooperativa de trabajo a la hora de tomar decisiones e implementar soluciones en planta, ya sea tanto desde el punto de vista técnico como relacionado a los recursos humanos», destacó la ingeniera.

Por su parte, Petit añadió que en la aceitera cuentan con escasa mano obra profesional y/o personal técnico con trayectos pre-profesionales. «Esta conexión con la Facultad nos ayudó a saber dónde estamos parados, hablar con propiedades técnicas y seguir trabajando hasta alcanzar los resultados esperados. Eso es muy importante, ver cómo la mayoría logró una identidad en el sector que antes no teníamos».

El cooperativista, que ingresó a trabajar en la fábrica en 2009, agregó que el acto de entrega de certificados «fue una experiencia muy productiva y emocionante para los trabajadores que realizamos la capacitación».

Por Ingeniería participan junto a Tatiana Arturi y Julián Ricci, la directora del proyecto, Verónica Sosio y Eliana Berardozzi (ambas docentes de la Facultad); Noelia Doldán, Indira Basma, Oriana Celi, Mariana Rossi y Karen Molina (alumnas); Manuel Hadad (graduado) y la trabajadora social Inés Pallavicini (no docente).

 

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